Experiencia arquitectónica con el placer de la desconexión. Ávila (Castilla y León)

Fue pensada para que pudiera crecer modularmente y experimentar ampliaciones según necesidades.

La casa está insertada en dos mil metros privados en Muñogalindo, Ávila. El paisaje es una bella dehesa que linda con la Fundación Ibarrola. Una expresión artística de Arte y Naturaleza, concebida y realizada por el pintor y escultor vasco Agustín Ibarrola Goicoechea, que acompañado por su entrañable esposa Mari Luz, transformó este territorio de rocas y encinas en un lugar mágico, lleno de arte y espiritualidad. En el área de la fundación podemos ver bajo cita previa más de cien obras del artista e incluso encontraremos varias rocas intervenidas por el artista en el entorno más próximo a la casa.

Casa Garoza es mucho más que una cabaña del s.XXI. Arquitectura, arte y paisaje se unen en una experiencia única con la naturaleza como testigo. La idea de colocar esta casa integrada en el paisaje entre el hueco que dejaban sus rocas, como si se tratara de un observatorio del propio entorno en el que se asienta, sin modificarlo ni intervenirlo lo más mínimo, nos lleva a una sensación de refugio, desde donde poder contemplar la amplia dehesa como espectador.

Como anécdota la casa se fabricó en un taller y se transportó en cinco camiones hasta allí, instalándose en una sola jornada.

Es el propio espectador el que define su relación con el entorno. La casa acoge al huésped, lo protege, pero brindándole el disfrute contemplativo. En Casa Garoza experimentaremos cómo es vivir en una cabaña de nuestro tiempo sensibilizándonos con el ecosistema, ahora más relevante que nunca. Confort y conciencia de sostenibilidad van de la mano en esta experiencia que nos invita a encontrar el equilibrio, ya que al estar en mitad de la nada los recursos son limitados, como el agua, que hay que traerla en cisterna, por lo que sugiere un consumo responsable.

Distribución

La casa se distribuye en dos plantas y ofrece un ambiente acogedor en parte gracias al conglomerado ecológico que cubre sus paredes, a la vez que refuerza el confort térmico. En la principal podemos encontrar un amplio baño con ducha, el salón cocina y comedor rodeados de grandes ventanales y un acceso a una gran terraza desde donde contemplar las espectaculares vistas que nos brinda el paisaje. Desde ahí podremos bajar al terreno o quedarnos al resguardo en modo atalaya.

En la planta superior encontramos una habitación conectada con la pasarela que mira hacia el salón con cama de matrimonio, la cual nos recuerda a los altillos de los tradicionales pajares. En la misma pasarela hay un sofá construido con las mismas maderas ecológicas que el resto de la casa con dos cómodas colchonetas que sirven de cama, ideales para los más pequeños.

Es una casa para disfrutar en pareja o para pequeñas familias que quieran conseguir una real desconexión, descanso pleno, sin ruidos ni interrupciones. Una inmersión en la naturaleza para reconectar con los nuestros y con uno mismo. El placer de leer, de pasear contemplando las obras de arte, de charlar escuchando música de su tocadiscos mientras se disfruta de una cena en la mejor compañía o simplemente de no hacer nada, solo dejarse llevar y sentir. Una experiencia arquitectónica capaz de inspirar y enriquecer el alma.

Un proyecto rotundo, creado con una compleja y magistral sencillez. La cabaña de campo del s. XXI.